“La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de
tal manera mi razón enflaquece […]
Imaginábase el pobre ya coronado por el
valor de su brazo, por lo menos, del imperio de Trapisonda; y así, con estos
tan agradables pensamientos, llevado del estraño gusto que en ellos sentía, se
dio priesa a poner en efeto lo que deseaba”
El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha
Al parecer, primera “Ultra” por etapas en España; individual o
en equipos de 2 personas, del 29 de mayo al 2 de junio de 2013. 5 días, 4
noches, 3 etapas; la última una “Challenge” en la que se competía por dos
clasificaciones, la de ese mismo día en la que participan nuevos corredores y
la general por etapas de los días previos. El entorno: Sierras de Alcaraz y
Segura – Albacete (España); principalmente por sendas, caminos, pistas y en
menor medida por los tramos de carretera de montaña, en total 166 km. y 7.975m. de
desnivel positivo acumulado.
A simple vista, y lo poco que voy conociendo de esto del ultra
fondo, pues no parece ninguna barbaridad a pesar de que se trate de una carrera
en la modalidad de semiautosuficiencia; donde cada participante debe portar
todo el material que garantice su seguridad y en la que únicamente situaban dos
puntos de avituallamiento por etapa. Además nos facilitaban todo la logística
necesaria para trasladar equipamiento personal, alojamiento -eso sí, en tiendas
de campañas individuales- y manutención necesaria excepto la suplementación
alimenticia que requiriéramos durante la prueba.
La incógnita: la respuesta que podía presentar mi organismo en
la segunda etapa, y más aún, en la tercera; pero bueno, al fin y al cabo “La
razón de la sinrazón que a mi razón se hace” y “el extraño gusto” que es el que
me ha movido a iniciarme en esta modalidad de competición, que creo que es “con
uno mismo”, ya que en esto de las “Ultras” es ese tu principal contendiente y
aliado, en definitiva: tienes que empezar a congeniar. Lo que no calibré fue la
calidad del descanso que podía brindar esta prueba en la que, entre etapas, se
hacía en tienda de campaña y saco de dormir. Abrumado por la oportunidad que me
brindaban, sin inconvenientes económicos y por suerte tampoco laborales, no
quería negarme, a pesar de tener muy presente mi escasa experiencia en este
tipo de pruebas tal y como fielmente voy dando cuenta en el este blog a modo de
“Cuaderno de Bitácora”.
Llegada a Alcaraz el miércoles veintinueve de
mayo, recepción y entrega de acreditaciones, dorsales y una bolsa de transporte
en la que debíamos de introducir todas nuestras pertenencias para facilitar su
traslado a la organización, ya que trasladarían ese único bulto por
participante. Posteriormente toma de contacto con el que sería nuestro
alojamiento nómada durante cuatro noches, y presentación del evento por parte
de las autoridades locales y provinciales. Fue en ese acto, en el que tomaba
una posición predominante el representante de la Diputación de Albacete,
lo que explicaba el hecho de que en esta primera edición hubiera un gran número
de participantes invitados -unos directamente por la organización, otros
indirectamente producto de marketing publicitario realizado a través de
diversos sorteos de revistas especializadas y participantes de carreras, como
era mi caso- y el número de servicios que se ofrecían a los participantes que
difícilmente pudieran quedar sufragados con los doscientos euros de inscripción
que no todos habíamos pagado; lo que no dejaba duda del patrocinio del evento
por parte de esta misma administración. Tras aquella presentación, la
confirmación a través de la cena que nos ofrecieron, de que se habían “volcado”
con la prueba. Línea continuada con el resto de catering que nos ofrecieron en
los días posteriores.
Bastante más complicado veo intentar describir la singularidad y
belleza del entorno por el que discurría la prueba, que relatar mi discurrir y
las penurias sobrevenidas y que en días inmediatos me supusieron un problema de
salud del que aún me estoy recuperando. Respecto al entorno, no puedo decir mas
que el paraje conocido y visitado popularmente por aquella zona, la cascada de
agua ubicada en el paraje archiconocido como “El nacimiento del Rio Mundo”, por
el que pasamos casi a la conclusión de la tercera y última etapa, fue de lo
menos llamativo, y si era conocido solo de oídas, cuando lo veías quedabas algo
desilusionado tras haber conocido otros rincones huérfanos de fama popular.
Se iniciaba esta aventura desde la monumental plaza de Alcaraz,
que es la localidad que pone nombre a esta parte de la sierra, por delante 50 Km. y 2.160 metros de
desnivel positivo hasta Villaverde del Guadalimar. La primera sorpresa,
ascender al Pico de la
Almenara y encontrarlo con resquicios de hielo, que
dificultaban un breve cresteo y su ya por si dificultosa bajada. La llegada, a
una localidad rodeada de montañas, bordeada por un río de agua fresca y
cristalina, que hizo las delicias de los agotados corredores, siendo el que lo relata el primero en recibir su bautismo, con un baño de cuerpo entero. Para
posteriormente tomar la civilizada ducha en remolque de campaña habilitado al
efecto por la organización. Tras ello, y los recomendables estiramientos
musculares, comida bajo una carpa que nos aliviaba de las inclemencias
solariegas, aunque no las tiendas, que resultaban inhabitables en horas
diurnas. Fue esta situación, la que se daba tras la conclusión de la etapa, la
que nos advirtió que la prueba no era solo correr, sino que también lo era aguantar
el resto de jornada en condiciones que no favorecían el anhelado y necesario
descanso. Tal y como pudimos comprobar aquella misma noche, en la que aquel
mismo río que nos alivió a nuestra llegada, aportaba un plus de humedad tal,
que nos veló en el interior de las tiendas, incrementando con ello la sensación
de frío y la dificultad para mantener un sueño mínimamente reparador.
Al día siguiente, ya viernes, la segunda etapa, marcada
como reina, entre Villaverde de Guadalimar – Yeste (64´5 Km. y +3.015 m.). Desde el inicio
subida, por unos preciosos parajes hasta alcanzar los 1600 metros de altitud,
para luego realizar una transición por una zona de cierta altitud pero sin
grandes desniveles antes de comenzar la larga bajada mientras nos deleitábamos con
las vistas que nos ofrecía el desfiladero por cuya base fluye el río Tus, todo
el entorno resultaba idílico. Hasta llegar a la Aldea de Collado Tornero que
daba inicio a la cota más elevada de la prueba: pico Mentiras con casi los 1900 metros de altitud.
La sensación durante muchos de estos tramos, era la de encontrarse en otra
latitud mucho más al norte. Para finalizar la prueba, una interminable y bien
cuidada pista forestal, desde la que nos regalaba una perspectiva del río
Segura rebosante de agua y la lejana e inalcanzable ciudad de Yeste, que
parecía huir de nuestra fatigosa persecución. Aquella noche, la organización
plantó las tiendas en el interior del pabellón polideportivo. Acababa esta
jornada en el puesto doce de la clasificación general, perdiendo cuatro puestos
respecto a la primera etapa. No me preocupaba… mi único objetivo era terminar
las tres etapas, y ahora, después de dos, me reafirmaba en su mera consecución,
sin más pretensiones; posiblemente ya estuviera mi cuerpo “haciendo aguas”,
como finalmente sucedió, y ello me minaba mis ambiciones guerreras.
Tercera y última etapa, la “Challenge” ideada según la
organización, para los que se inician en el mundo del Trail y quieren probar
nuevas experiencias: pues mal día buscaron. Yeste – Riopar (49´5 Km.y +2.800 m.) de salida, además
de los algo menos ya, de cien de la prueba por etapas, otros tantos inscritos
únicamente para ese día. Se notó desde el inicio la inyección de savia nueva, a
pesar de los intentos de la organización de
frenarlos, ya que nos
colocaron delante en la línea de salida a los sufridos corredores de los días
precedentes. No quiero ser reiterativo sobre la singularidad de los parajes
recorridos, y máxime cuando he comenzado diciendo que estos eclipsaban, aunque
por supuesto sin desacreditarlo, a el más afamado de los parajes conocidos en
aquella serranía. Ya pasado aquel turístico entorno, se culminaba la subida al
pico Padroncillo, visible desde la carretera y llamativo por
estar coronado por unas antenas; pues bien, ahí la organización planteó un
cresteo por la cima, incluida una bajada por una zona escarpada y rocosa,
desechando la elección de otras alternativas más propias para “los que se
inician en el mundo del trail” y los que llevan ciento cincuenta kilómetros, el
caso es que aquel tramo, me apuntilló, a tal punto que me pasó lo que en otro
momento de la carrera pudiera haber sido mi rendición, ya que en el transcurso
de aquella bajada tuve un duro enfrentamiento con una piedra a la que antepuse
mi tibia, y otra aliada de menor envergadura, pero con intenciones igual de
aviesas, me preparó un revés de rodilla ocasionando lesión en algún
ligamento, de cuyo diagnóstico tuve confirmación posteriormente, pero que sus
consecuencias las recibí instantáneamente y las sufrí durante el resto de
etapa. No obstante, quedaban escasos kilómetros y tenía la determinación de
cruzar la meta, como final y felizmente hice.
Había conseguido mantener el puesto doce de la clasificación
general individual, ducha, gazpacho manchego –muy bueno-, charla y
felicitaciones a los homenajeados en el podium, y para cenar barbacoa de carne
y embutidos, con toda su grasita en la que todos nos regocijamos y agradecimos.
Incluso el que quiso optó a combinado alcohólico, y los que no, a
dormir, esa noche, usurpando el interior de las aulas del colegio de la hospitalaria Riopar. Ya nos parecía a todos, que esta parte sobraba, teníamos necesidad
de mejores aposentos, pero nuestros vehículos quedaban en Alcaraz, y no nos
llevarían hasta la mañana siguiente.
En la mañana del domingo, desayuno, entrega de medallas de
“Finisher” a los que no habíamos tenido el acompañamiento de familiares y
amigos que pudieran habernos evitado pasar otra noche más a media vela,
así como a los inestimables y sacrificados voluntarios que habían seguido toda
la prueba en las mismas condiciones, regalo de las tiendas de campaña, y para
Alcaraz en bus.
Ahora, al ver las fotos de los que has compartido algo más de
tres jornadas, no puedes evitar añorar aquellos instantes, y completar esa
imagen fija con el recuerdo de las conversaciones mantenidas, tanto en carrera,
como durante los momentos de descanso en la zona de “vivac”, y si no llegaste a
entablar conversación sí que sientes cierta afinidad por haber compartido el
mismo equipo humano que componíamos aquel carrusel de corredores, voluntarios
de Cruz Roja, organización, empleados de la empresa de “catering”, y fotógrafo
que inmortalizaba aquellos instantes; a las personas nos forjan las
circunstancias, y durante tres días estuvimos unidos por una común: QUIXOTE
LEGEND.
|
"pobre viejo", y los tres villeneros -ves al tercero- ¡geniales! |
|
Cuál fue mi sorpresa, cuando llegué a casa el domingo, y tras mi
partida el miércoles con setenta y tres kilos de peso, había conseguido
incrementar el peso en tres kilos más –increíble. Al día siguiente lunes, había
conseguido aumentar un kilo más, ya iba por setenta y siete. Estaba sucediendo
algo en el interior de mi cuerpo, tenía las piernas hinchadas, casi no pude
cerrar el velcro cuando me calcé las zapatillas para salir en bici, ya que decidí
seguir con mi protocolo de recuperación muscular después de un “tute”, en el
que incluyo una ligera vuelta en bici al día siguiente. Fue aquella misma tarde
noche, con ansia de acabar mi trabajo debido a la pesadez de piernas y mal
estar general, cuando comenzaron inicialmente unas molestias en la zona del
pecho, para ir incrementándose hasta el punto de convertirse en un dolor
intenso y seco; me presenté en urgencias, a partir de ahí diversas
pruebas: analítica de sangre y orina, placas, electro, tensión, etcétera;
ingreso hospitalario, T.A.C., y otras. Al día siguiente alta hospitalaria, con
la tranquilidad de que no era lo que podía haber parecido, pero estaba claro
que mi corazón no había cumplido las exigencias musculares requeridas, el
motivo: aún una incógnita pendiente de despejarse, a falta de otras pruebas y
analíticas que en estos días me voy sometiendo. En definitiva, y como se puede
entrever en la lectura, me ha resultado más duro la acumulación de cansancio
por falta de recuperación, que la prueba en sí, creo que pudiera ser este uno
de los desencadenantes de esta crisis, además de la acumulación de días en el
consumo de bebida isotónicas y alimentación complementaria en forma de barritas
“milagro”: ¡cuidado!. Está claro que no supe gestionar tres días de
competición.
Respecto a la respuesta y prestaciones del material que he
utilizado, principalmente las zapas, he de deciros que no me ha sorprendido en
nada; el resultado ha sido el esperado: ¡fenomenal! Debido a la gran cantidad
de humedad y cruce de arroyos, decidí hacer las tres etapas con las mismas
zapas, ya que las condiciones desaconsejaban la utilización de otro modelo, de
la misma marca, totalmente veraniego; las mismas con las que este año he hecho la Maratón Sierra
Espadán, Evolution Trail, Subida al Montcabrer y ahora ésta, en total casi los
trescientos kilómetros en carrera, más los que pudiera haber realizado en
entrenamientos, que me resulta más difícil contabilizar. Lo único que sí os
puedo asegurar es que este tipo de calzado penaliza mucho las bajadas, hay que
evitar talonar y ello comporta acortar la zancada, en detrimento de la
velocidad cuando la pendiente es ostensiblemente favorable. A pesar de que en
la subida resulten ventajosas, las diferencias no son tan significativas como
en la bajada. En cuando al desgaste y deformación, os informaré en un artículo
en el que pretendo realizar una comparativa con otras, más convencionales en
esto del “trail running” para que cada uno saque sus propias conclusiones.
“Ven, muerte,
tan escondida
que no te sienta venir,
porque el placer del morir
no me torne a dar la vida.”
El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha